La novela Sin Destino
narra la historia del joven György Köves de 15 años de edad, quien mediante un modo
de tranquilidad en inocencia, trata de afrontar y adaptarse continuamente a su
deplorable situación física, social e individual en medio en los campos de
concentración alemán como son: Auschwitz-Birkenaun, Buchenwald, y Zeits, logrando
mantenerse en un estado de “normalidad”.
György es el que guiará al lector por una vida de
incertidumbre, donde a lo largo de los
días como recluso no llegue a caer en
remordimiento, ni al desespero. Por lo demás no intenta nada por salir de la
situación, sino más bien, acepta y adapta a la nueva condición lamentable en el que debe aprender a convivir
y sobrevivir.
Al inicio de la novela en las primeras
páginas, György deberá asumir la responsabilidad junto a su madrastra del
almacén de madera, después de que su padre ha ido a laborar en campos de
trabajo obligatorio, sin embargo, esta responsabilidad no dura, ya que todos
los jóvenes judíos deben a ir a trabajar en la refinería de petróleo Shell,
ubicada en la Isla Csepel. Al tener que ir a trabajar a la refinería, puede
movilizarse hasta altas horas de la noche y al mismo tiempo cruzar la frontera
de la capital, derecho que estaban vedados a todos los judíos, también de la
disminución de alimentos.
Al tener el pase, György Köves va a su primer día de trabajo;
en el trascurso de la carretera el tren es detenido por un policía, quien da
orden de bajar a los que llevan puesta la estrella amarilla, Köves al
bajar, se encuentra con más jóvenes que
son: Curtidor, Fumador, el Suave, Rozi y Moskovics. Todos ellos no entienden de
la situación social, motivo por el cual
cada petición del policía es cumplida.
Estos jóvenes son llevados por el policía a la oficina de la Aduana, mientras
ellos se entretienen jugando durante el día, llegan más personas al lugar,
luego son organizados por filas por unos policías y posteriormente custodiados
por unos militares. Después de un largo camino, llegan a un cuartel donde deben
entregar sus pertenencias, ya que estos objetos son considerados por los
alemanes del mercado negro.
Después de haber entregado sus pertenencias, György Köves
viaja en el tren cubierto de alambres de púas, junto con las otras personas, aguanta sed, hambre y ve morir a una
señora por falta de agua. Al pasar varios días, por fin llega a
Auschwitz-Birkenaun, el primer centro de concentración alemán. Allí el
personaje por primera vez ve a los presos con el uniforme de rayas blancas, en
este lugar, los allegados son organizados por filas y un médico determina los
que son aptos para el trabajo y los que no son enviados al cuarto de cámara de
gases, ya que Auschwitz-Birkenaun es un campo de exterminio.
A
los pocos días, de nuevo Köves es trasladado junto con los demás al campo de concentración Buchenwald.
Ellos son recibidos por los militares y por primera vez puede dormir en pajas de lecho y la
comida es mejor que en Auschwitz; al
mismo tiempo, todos los nombres de los presos son cambiados por números, que
debe ser memorizados y aprendidos en lengua alemán. Nuevamente el personaje es
enviado a otro campo más pequeño llamado Zeits, donde no existe crematorios, ni
duchas, solo cuatro torres de vigilancia. Köves se hace amigo de Bandi Citron, un joven
húngaro que fue deportado a trabajar cuando apenas tenía 21 años, quien dice
que debe aprender a racionar la comida.
György
cada día se siente más cansado por el trabajo y por la falta de comida, come lo
que encuentra, y ya no le molesta el frío ni la humedad “ya no sentía ganas ni fuerza para nada; cada día me levantaba cada vez
más cansado; cada día que pasaba soportaba peor el hambre; me movía con más y
más dificultad; todo se me volvía una carga incluso yo mismo” (Kertész,
1975 p.101-102). Esto se refleja en György Köves a medida que transcurre los
días en medio del trabajo agotador, el hambre, sed de la que
padece a cada momento además de la humillación y maltrato físico por
parte de los militares alemanes.
De tanto trabajar, se lastima la rodilla y es llevado por
Bandi Citrom y otro compañero al dispensario, donde su rodilla es operada y no
puede seguir con su labor. György es
trasladado a Buchenwald. Su recuperación es lenta y sin haberse mejorado del
todo, se le inflama la espalda, que le permite estar más tiempo en el hospital
y ser testigo de las cantidades de enfermos que llegan, algunos heridos por
balas perdidas de enemigos de los alemanes. György físicamente se encuentra
desgastado y sólo se da cuenta del día y la noche, por los saludos de buenos
días y noches que le dice el médico. Recuerda su casa, su familia y mantiene
viva la memoria, porque solo la imaginación es la que permite vivir y no caer
en la terquedad.
Sale liberado después de haber estado un año en los campos de
concentración Nazi, gracias a las tropas estadounidenses quienes derrocaron a
los alemanes. De regreso a casa, se da cuenta de que su familia no se encuentra,
su padre había fallecido a los dos meses y su madrastra se ha vuelto a casar
con Süto, el administrador de los bienes de la familia de
György. Para este momento, su pensamiento es más claro en el sentido que ahora
entiende la situación social, e incluso a pesar de ser joven su personalidad se transformó de aquel sujeto novato
a un adolescente con pensamiento claro,
pues para ese entonces György llega a su
ciudad natal Budapest y tendrá que
enfrentarse a la conciencia social, a los prejuicios e ideas preconcebidas y a
su propia situación personal en la que debe seguir su vida sin nunca olvidar lo
sucedido, puesto que ya hace parte de su existencia
.
En la
novela se puede apreciar cuatro puntos importantes: a) El joven- adulto, b) La Imaginación,
c) La inocencia, d) La supervivencia, e) La Felicidad.
En el punto a, El joven- adulto se encuentra al inicio de la
novela, donde el personaje de la historia a pesar de la corta edad, debe asumir
la responsabilidad y hacerse cargo del almacén de madera junto con su
madrastra; esto implica pensar como adulto, aunque su pensamiento y comportamiento sea de un adolescente;
como lo menciona a continuación “En mi caso por ejemplo, como pude enterarme
por mi tío, tendría que desempeñar en el futuro el papel de la cabeza de
familia” (Kertész, 1975 p.16). La responsabilidad se ve truncada cuando el
personaje es detenido por un policía y forma parte de todos los jóvenes judíos,
quienes serán enviados a los campos de concentración. A pesar de asumir esta
responsabilidad, Köves es inocente frente
a lo que está sucediendo, es por tal razón que asume de forma natural, y es consiente que a pesar de estar recluido
en el campo de concentración, debe comportarse de la mejor manera y adaptarse
es lo que permite no caer en remordimiento en medio de los días infinitos.
Sin embargo, al transcurrir los días, lo que no le permite
caer en la terquedad (suicidio en lo que muchos presos terminaban con su vida)
es la imaginación y añora la casa, familia y su colegio. La imaginación
traspasa las paredes de los campos
de concentración “Lo había oído decir, y ahora también puedo dar fe a ello: es verdad que
las paredes de la cárcel no pueden poner límites a nuestra imaginación”
(Kertész, 1975 p.106). Es importante resaltar este apartado, porque da
referencias, de que a pesar de las difíciles circunstancias, la única que no se
le puede poner límites es a la
imaginación de un individuo.
Por un lado, desde el inicio de novela se presenta a un
adolescente que tiene desconocimiento total respecto a la situación social de
ser judío. Mientras ocurre el desinterés de parte del hijo a las situaciones de
los adultos, llega la noticia a su padre
en la cual notifica que deber ir a trabajos obligatorios, con la esperanza incierta de regresar de nuevo a
casa. Al cabo de dos meses después del
viaje de su padre, Köves al igual que él deberá ir a trabajar con la
diferencia que su padre si tenía conocimiento de la repercusión del ser judío, mientras que su hijo no le presta mayor interés a lo
social ni cultural. Por consiguiente el joven frente a todo lo que sucede no le
presta interés, es decir es inocente a lo que acontece a su alrededor.
De modo que cuando es recluido en los campos de concentración
no tiene remordimiento, más bien es un proceso
que se manifiesta gradualmente y que, visto minuciosamente, se
caracteriza en un principio más por el
asombro y la sorpresa que por causar espanto y pavor. Solo por eso el joven no
llega caer en la desazón y a lo largo de
los días como cautivo intenta acoplarse
a la mejor manera y encontrar la felicidad en medio de las difíciles circunstancias
“En primer lugar, todo lo nuevo hay que
empezarlo con buena voluntad, incluso en un campo de concentración; ésa fue mi
experiencia ―de momento, bastaba con convertirse en un buen preso, lo demás vendría
después” (Kertész, 1975 p. 139).
Además de los puntos ya mencionados, György Köves enfrenta la
supervivencia humana, el deseo de comer pan, tomar agua, etc., estas
necesidades físicas se presenta a lo largo de la novela una y otra vez. Donde
el autor nos muestra a través del personaje que sin importar las difíciles situaciones, todo humano va a
necesitar satisfacer sus necesidades físicas.
Como
último punto resalto la felicidad, donde a pesar de las graves situaciones físicas
a las que se enfrenta Köves, él
la logra sentir y es por eso que él les contará de aquella felicidad que existe
en los campos de concentración “Claro, de
eso, de la felicidad en los campos de concentración debería de hablarles a la próxima vez que me
pregunten .Si me preguntan. Y si todavía me acuerdo” (Kertész, 1975 p.173).
Por lo anterior, considero que vale la pena leer la novela Sin Destino, ya que trata de temas
profundamente humanos en donde el personaje se ve enfrentado a situaciones
familiares, sociales e individuales; empezando porque debe asumir una gran responsabilidad siendo
adolescente, seguir el destino de todos los judíos y por último enfrentar
su propia supervivencia lejos de su
familia y sociedad. Siendo así, es interesante leer la novela por su contenido
histórico trascendental en la vida de muchas personas que fueron manos de obra
para los Nazis, en donde a través de György muestra paso a paso todo lo vivido.
Cada palabra escrita por Kertész es una forma de análisis, la
cual pudo convertirlo en objeto de sus
narraciones, para que nosotros como lectores, seamos testigos y conozcamos lo
que muchas veces pasa desapercibido. Es una novela corta, poco a
poco nos va introduciendo al texto por su forma de narrar sencilla e induce al
lector a formar parte de la historia. Es
una novela que genera mayor interés por su contenido histórico donde muchos
judíos se vieron obligados a trabajos forzados y sobrevivieron durante el
Holocausto Nazi.
Resalto también que la novela es una reflexión del Holocausto
donde solamente a través la narrativa es decir la literatura, sobre todo la de
ficción, es capaz de acercar de forma meticulosa a través del lenguaje.
La novela Sin Destino
es una de las primera novela que
escribió el autor Kertész, tras un arduo trabajo en el año 1975 es publicada
cuando el escritor tenía 46 años. Esta
novela se puede apreciar desde la
verdadera literatura que narra el mundo interior de los seres humanos, el
lenguaje que hacer pensar y reivindica una imaginación e ideología
independiente. La estrategia que radica
en la escritura de Kertész es la
narración autobiográfica, donde elige contar alejándose del “Holocausto”, no habla de los crematorios,
montañas de cadáveres, cámara de gases, sino más bien nos revela la situación desde una perspectiva
humana , el deseo de comer un pan, el beber
agua, hacer sus necesidades fisiológicas, entre otras.
Resalto que el problema no es sólo es de los judíos; sino de
toda la humanidad, sin determinar a un grupo geográfico, religioso, color de
piel. De antemano, lo que nos resalta en esta novela, es que los campos de
concentración no son un evento del pasado, sino que están en el presente y
futuro de la humanidad. Por tal razón el
eje central de la novela es la supervivencia humana, al hecho de aceptar, enfrentar y aprender a sobrevivir.